¿Qué pensaría Virginia Woolf?
¿Qué pensaría Virginia Wolf?
A propósito del referendo de Viviane Morales para privar a las parejas del mismo sexo y familias diversas del Derecho de Adoptar
Por: Isabel Agatón Santander
11-05-17
Qué pensaría Virginia Wolf si viera la hora en la que se levantan las mujeres para preparar un cuento, el chocolate o la libertad. Si se asomara a través de la ventana a sus pletóricos escritorios, reconociera la vigencia de las mismas preguntas de su Sra. Dalloway y divisara a lo lejos las invenciones de generaciones que heredaron su rigor y su valentía. Qué pensaría si se diera cuenta de que todavía es un privilegio dedicarse a lo que más se ama y que no debería ser así. Total ha pasado más de un siglo desde que, con sus escritos, reclamó ese otro mundo posible y aún esquivo.
¿Qué pensaría al ver cómo niñas menores de 10 en la India, África, América, el Mediterráneo, el Pacífico y el mar Atlántico son cazadas - a propósito con z - y obligadas a una maternidad impuesta? ¿Qué diría al leer los periódicos que retratan quirófanos convertidos en anfiteatros por la estética occidental, racista, misógina y tradicional? ¿Qué diría al develar la pervivencia de costumbres que amputan la intimidad de las mujeres y con ello su dignidad? ¿Qué pensaría al ver los escritorios de despachos judiciales colmados de expedientes que nos hablan del valor que los vivos dan a las mujeres que ya no están y que a la fuerza han partido? Sólo pregunto ¿qué pensaría Virginia Woolf?
Se aterraría al constatar que 13 parlamentarios en Colombia, o en cualquier parte del mundo, en pleno Siglo XXI apelen a cánones religiosos, mal entendidos y mal interpretados, para reprimirnos del placer de gestar y crecer en familias diversas y privar del amor -que además de un derecho, es sobre todas las cosas un mandato- a los que crecen sin la tibieza de la leche y del caliente pan. ¿Qué pensaría al notar que por amar a otra mujer o el amor donde quiera que se encuentre, subsiste el calabozo, la hoguera o la sentencia? ¿Qué pensaría al ver en los siquiátricos tantas preguntas internadas, tanta agua derramada?
Empacaría sus manuscritos y se iría volando a ese lugar del nunca jamás y convertiría uno que otro verso en esos barcos de papel que se niegan a partir y haría de las olas sus más enérgicas guardianas y algún día, en alguna parte, encontraría debajo de los trazos de papel esa huella de esperanza que, a pesar de todo, se resiste a desaparecer, y que - contra el viento y la marea - convierte el frío lúgubre de los antónimos de la vida en la fuerza implacable de la máquina de escribir que, como mariposa, un día dejó de ser oruga.